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¿Qué tan real es lo que comemos? El caso de los ultra procesados en Colombia.

En la película The Matrix, Morfeo pregunta: “¿Qué es real? ¿Cómo defines lo real?”. Esa misma pregunta deberíamos hacernos frente a muchos productos que encontramos en el supermercado colombiano.

 

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Un ejemplo: ves un pan etiquetado como “integral” con letras grandes y verdes. Parece saludable, pero si lees bien los ingredientes, descubrirás que, además de harina refinada, trae azúcar, jarabes, aceites vegetales, emulsionantes y conservantes. En otras palabras: se parece más a una galleta rellena que a un pan hecho de grano entero.

 

Y esto no es solo cuestión de qué ingredientes se usan, sino de cómo son fabricados: la matriz original del alimento se destruye para luego recompensar —como si fuera un rompecabezas— con sustancias industriales. Así, se alteran aspectos como la textura, el sabor y cómo nuestro cuerpo absorbe esos nutrientes

 

Ejemplos cotidianos de ultraprocesados en Colombia


  • Jugos “naturales” de cajita: muchos dicen “100% fruta”, pero contienen agua, azúcar y concentrados. Un vaso de jugo de naranja industrial no se comporta igual en tu cuerpo que una naranja entera: el primero dispara el azúcar en sangre, mientras que la fruta entera aporta fibra, saciedad y nutrientes reales.

  • Arepas empacadas “con queso” o “con mantequilla”: pueden sonar artesanales, pero suelen estar cargadas de margarina, colorantes, saborizantes y harinas refinadas. Muy distinto a una arepa casera hecha solo con maíz, agua y sal.

  • Yogures saborizados o bebibles: aunque la etiqueta destaque “con probióticos” o “fuente de calcio”, la mayoría tienen más azúcar que una gaseosa pequeña. Terminan siendo más postre que alimento.

  • Galletas “integrales light”: se venden como una opción saludable, pero cuando revisas la tabla nutricional, encuentras azúcares añadidos, jarabe de maíz, aceites vegetales y harinas refinadas.

  • “Snacks de fruta deshidratada”: muchos no son fruta como tal, sino mezclas con azúcar, jarabes o almidones que poco tienen que ver con el alimento original.

 

¿Por qué importan estos cambios?

 

La evidencia científica más reciente vincula el aumento masivo en el consumo de alimentos ultra-procesados con la epidemia global de obesidad. Según un artículo en Nature Reviews Endocrinology, a la par que sube el consumo de UPFs, sube también la obesidad; de seguir así, para 2035 más del 50 % de la población mundial podría ser obesa (IMC ≥ 30 kg/m²), incluyendo adolescentes

 

Pero, ¿cómo actúan estos alimentos dentro del cuerpo? No es solo lo que contienen, sino cómo influyen en:

  • La saciedad y el control del apetito

  • El sistema de recompensa cerebral (pique de placer instantáneo)

  • El microbioma intestinal

  • La velocidad de absorción de nutrientes y respuesta glicémica

 

 

Son múltiples mecanismos al mismo tiempo, difíciles de aislar, pero todos apuntan en la misma dirección: los UPFs inducen comportamientos insalubres y favorecen el exceso calórico sin que lo sintamos.

 

¿Y qué pasa con la “re-formulación”? Cuidado con los engaños

 

La industria a menudo responde al cuestionamiento de los UPFs con “re-formulaciones” (por ejemplo, reemplazar colorantes artificiales por naturales). Pero esto es como cambiar el envoltorio, no el contenido real del problema.

 

Estas estrategias permiten mantener intacta la conveniencia, el marketing, los modelos de negocio y los hábitos de consumo que favorecen a las grandes empresas. A la vez, presentan una apariencia de “mejora” al consumidor y diluyen cualquier impulso político para regularlos de verdad.

 

En otras palabras, mejorar el etiquetado cosméticamente no soluciona la emergencia de salud pública que representan los UPFs.

 

Por eso, aunque el empaque diga “integral”, “light” o “natural”, tu cuerpo no lo reconoce como tal.

 

Lo que dicen los estudios

 

La evidencia científica es clara: a mayor consumo de ultraprocesados, mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. En Colombia, donde la oferta de estos productos es cada vez más amplia y accesible, vemos cada vez más niños con sobrepeso, adolescentes con resistencia a la insulina y adultos con prediabetes diagnosticados en la consulta.

 

 

¿Qué puedes hacer en tu vida diaria?

 

  1. Lee la lista de ingredientes: si parece un trabalenguas químico, probablemente es un ultraprocesado.

  2. Prefiere lo fresco y local: la arepa de maíz hecha en casa, la fruta entera, el yogur natural sin azúcar.

  3. No te dejes engañar por el marketing: las etiquetas “light”, “integral” o “con vitaminas” muchas veces son distractores.

  4. Valora lo simple: un huevo al desayuno, una arepa hecha en casa, una ensalada de tomate y aguacate. Eso sí es comida real.

 

 

En resumen

 

En Colombia convivimos con una avalancha de productos que parecen saludables pero no lo son. La clave no es dejar de comer arepas o yogur, sino recuperar su versión real, sin maquillar ni industrializar.

 

La próxima vez que vayas a mercar, recuerda: tu salud no depende de lo que la etiqueta dice, sino de lo que el alimento realmente es.

 
 
 

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